Севильский озорник, или Каменный гость - страница 7
esa relación sucinta,
que haber visto su grandeza.
¿Tenéis hijos?
Gonzalo
Gran señor,
una hija hermosa y bella,
en cuyo rostro divino
se esmeró naturaleza.
Rey
Pues yo os la quiero casar
de mi mano.
Gonzalo
Como sea
tu gusto, digo, señor,
que yo la acepto por ella;
pero ¿quién es el esposo?
Rey
Aunque no está en esta tierra,
es de Sevilla, y se llama
don Juan Tenorio.
Gonzalo
Las nuevas
voy a llevar a doña Ana.
[que ilustre esposo le espera].
Rey
Id en buena hora, y volved,
Gonzalo, con la respuesta.
Vanse todos
[En la plaza de Tarragona]
Salen don Juan Tenorio y Catalinon
Juan
Esas dos yeguas prevén,
pues acomodadas son.
Catalinon
Aunque soy Catalinón,
soy, señor, hombre de bien,
que no se dijo por mí,
«Catalinón es el hombre,»
que sabes que aquese nombre
me asienta al revés aquí.
Juan
Mientras que los pescadores
van de regocijo y fiesta,
tú las dos yeguas apresta,
que de sus pies voladores,
solo nuestro engaño fío.
Johann Georg Pforr
Catalinon
¿Al fin pretendes gozar
a Tisbea?
Juan
Si el burlar
es hábito antiguo mío,
¿qué me preguntas, sabiendo
mi condición?
Catalinon
Ya sé que eres
castigo de las mujeres.
Juan
Por Tisbea estoy muriendo,
que es buena moza.
Catalinon
Buen pago
a su hospedaje deseas.
Juan
Necio, lo mismo hizo Eneas
con la reina de Cartago.
Catalinon
Los que fingís y engañáis
las mujeres de esa suerte,
lo pagaréis en la muerte.
Juan
¡Qué largo me lo fiáis!
Catalinón con razón
te llaman.
Catalinon
Tus pareceres
sigue, que en burlar mujeres
quiero ser Catalinón.
Ya viene la desdichada.
Juan
Vete, y las yeguas prevén.
Catalinon
Pobre mujer, harto bien
te pagamos la posada.
Vase Catalinon y sale Tisbea
Tisbea
El rato que sin ti estoy
estoy ajena de mí.
Juan
Por lo que finges ansí,
ningún crédito te doy.
Tisbea
¿Por qué?
Juan
Porque si me amaras
mi alma favorecieras.
Tisbea
Tuya soy.
Juan
Pues, di, ¿qué esperas?
¿O en qué, señora, reparas?
Tisbea
Reparo en que fue castigo
de amor el que he hallado en ti.
Juan
Si vivo, mi bien, en ti,
a cualquier cosa me obligo,
aunque yo sepa perder
en tu servicio la vida,
la diera por bien perdida,
y te prometo de ser
tu esposo.
Tisbea
Doy desigual
a tu ser.
Juan
Amor es rey
que iguala con justa ley
la seda con el sayal.
Tisbea
Casi te quiero creer,
mas sois los hombres traidores.
Juan
¿Posible es, mi bien, que ignores
mi amoroso proceder?
Hoy prendes con tus cabellos
mi alma.
Tisbea
Ya a ti me allano,
bajo la palabra y mano
de esposo.
Juan
Juro, ojos bellos,
que mirando me matáis,
de ser vuestro esposo.
Tisbea
Advierte,
mi bien, que hay Dios y que hay muerte.
Juan
¡Qué largo me lo fiáis!
Ojos bellos, mientras viva
yo vuestro esclavo seré,
ésta es mi mano y mi fe.
Tisbea
No seré en pagarte esquiva.
Juan
Ya en mí mismo no sosiego.
Tisbea
Ven, y será la cabaña
del amor que me acompaña,
tálamo de nuestro fuego.
Entre estas cañas te esconde,
hasta que tenga lugar.
Juan
¿Por dónde tengo de entrar?
Tisbea
Ven, y te diré por dónde.
Juan
Gloria al alma, mi bien, dais.
Tisbea
Esa voluntad te obligue,
y si no, Dios te castigue.
Juan
¡Qué largo me lo fiáis!
Vanse y salen Coridon, Anfriso, Belisa y Musicos.
Coridon
Ea, llamad a Tisbea,
y las zagalas llamad,
para que en la soledad
el huésped la corte vea.
Anfriso
¡Tisbea, Lucindo, Antandra!
No vi cosa más cruel,
triste y mísero de aquél
que en su fuego es salamandra.
Antes que el baile empecemos,
a Tisbea prevengamos.
Belisa
Vamos a llamarla.
Coridon
Vamos.
Belisa
A su cabaña lleguemos.
Coridon
¿No ves que estará ocupada
con los huéspedes dichosos,
de quien hay mil envidiosos?
Anfriso
Siempre es Tisbea envidiada.
Belisa
Cantad algo mientras viene,
porque queremos bailar.
Anfriso
¿Cómo podrá descansar
cuidado que celos tiene?
Cantan
Musicos
«A pescar sale la niña,
tendiendo redes,
y en lugar de pececillos,
las almas prende.»
Sale Tisbea.
Tisbea
¡Fuego, fuego, que me quemo,
que mi cabaña se abrasa!
Repicad a fuego, amigos,
que ya dan mis ojos agua.
Mi pobre edificio queda
hecho otra Troya en las llamas,
que después que faltan Troyas,
quiere amor quemar cabañas;
mas si amor abrasa peñas,
con gran ira, fuerza extraña,
mal podrán de su rigor
reservarse humildes pajas.
¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!
Amor, clemencia, que se abrasa el alma.
Ay choza, vil instrumento